5/13/2008

LA MAFIA

Joaquín Ortega Arenas. Señalan los diccionarios autorizados como definición de lo que llamamos, en el mundo entero, mafia; que “…La mafia es un término utilizado a nivel mundial que se refiere a una clase especial de crimen organizado. Nació en Sicilia donde se denominó Cosa Nostra o mafia, y en su origen una confederación dedicada a la protección y el ejercicio autónomo de la ley (justicia vigilante) y, más adelante, al crimen organizado. Sus miembros se denominaban a sí mismos mafiosi, es decir, ‘hombres de honor’. Los miembros de los distintos clanes mafiosos emplean una serie de «códigos de honor», inviolables, el más conocido es la omertá o ley del silencio…” En el año de 1874, una intervención armada del gobierno italiano en la Isla , provocó la caída del gobierno conservador de Italia, y el gobierno emergente, recurrió a la mafia para estabilizar la situación, con lo que los antiguos desvalidos pasaron de la ilegalidad a la legalidad . Desgraciadamente, de nueva cuenta, el gobierno empezó a utilizar a la mafia para aplastar movimientos obreros y protestas sociales, provocando una emigración masiva, principalmente a Estados Unidos. La situación que planteamos respecto a la mafia italiana, tuvo un desarrollo paralelo con la delincuencia mexicana. Desde la guerra de independencia, en la que los desvalidos lucharon en contra de sus explotadores y triunfaron, se ha vendo dando el caso del inmediato retroceso. No debemos olvidar que Agustín de Iturbide, Brigadier del Ejercito Colonial, sanguinario y ladrón, (basta con recordar el destino que tuvo la “Nao de la China ”, a la que después de mas de doscientos años de servicios a la colonia, destruyó por completo, asaltando las conductas que llevaban hacia Acapulco el dinero y bienes para cargar la Nao dos veces al año, y a la Nao misma en el Puerto de Acapulco, en su exclusivo beneficio). Engañando a los verdaderos independentistas, como Vicente Guerrero, los Hermanos Galeana, los Hermanos Bravo, etc., se hizo del poder solo para proclamarse Emperador de México. Una vez expulsado, facilitó el acceso al poder a otro Brigadier del Ejercito Español, Antonio López de Santa Anna, tan cruel y corrupto como él, que literalmente “gobernó” al País durante veinticuatro años, en los que hizo y deshizo a su antojo las mas atroces villanías de que se tenga memoria, una de los cuales aún lloramos, porque nos costó la mitad de nuestro territorio. Siguió un lapso memorable para nuestra historia, el que llamamos “ La Reforma ”, labrado por verdaderos patriotas que encabezados por Benito Juárez, lograron se dictara una nueva constitución en febrero de 1857, interrumpido bruscamente por el cuartelazo de Ignacio Comonfort, ( la historia, indulgente con los mafiosos malos, lo llama “Golpe de Estado”) , al que siguió otra guerra fratricida y una invasión extranjera, patrocinada por los eternos traidores de México, ávidos de poder y de riqueza, hasta que Juárez logró consolidar la legalidad. Muerto Juárez, un mafioso muy especial ávido de poder, que no de dinero, criollo, hijo del español José Faustino Díaz y la italiana Petrona Mori), se apoderó nuevamente del poder por medio de la fuerza bruta y gobernó exclusivamente para los aristócratas treinta y tres años, hasta que una nueva rebelión terminó con su cuasi reinado que parecía interminable. La mal llamada “Revolución Mexicana”, sucesión de motines, asonadas, crímenes, asaltos, vejaciones y sobre todo rapiña, mucha rapiña (el vocabulario popular se enriqueció con nuevas palabras, sinónimas de robar y asaltar, “avanzar” y “carrancear” repetidas miles de veces durante el desarrollo de la contienda) y dio lugar al advenimiento al poder de “mafiosos malos” de los que el sufrido pueblo mexicano no ha podido librarse. La “Revolución” mucho destruyó y los gobiernos de “la revolución”, poco han construido. La destrucción mas grave, empero, no es la de bienes, sino la de principios, que de plano han desaparecido dejando su lugar a engaños y mentiras. Así, el manejo permanentemente corrupto de las cosas del gobierno, ha destruido la credibilidad en las instituciones, y lo que es peor, la credibilidad en la legalidad de los actos del gobierno. Los señores presidentes, uno tras otro, juran cumplir y hacer cumplir la constitución el día en que toman posesión, y empiezan a modificarla a su gusto y personal beneficio a partir del día siguiente. Hay un caso en nuestra historia que merece “record Guiness” . El 13 de diciembre de 1934 se modificó la constitución y esas modificaciones surtieron efectos retroactivos desde el día primero del mismo mes. Sin hipérbole, el presidente propone, el congreso dispone y el poder judicial avala todo tipo de trapacerías legales que se planteen. La consecuencia a la vez de cómica, es trágica y peligrosa. Nadie cree en el Presidente. Nadie cree en el Congreso y lo peor, nadie cree en la justicia, incredulidad ésta última que es gravísima, ya que resulta fundada. Los funcionarios judiciales del fuero común, salvo raras, tal vez rarísimas excepciones, corrupto, ha olvidado lo que es la verdadera justicia y el fuero federal, constitucionalmente encargado de corregir las barbaridades que se cometen, también, salvo raras excepciones , las confirma , excepción hecha de aquellas en que se pretende “beneficiar” al gobernado que, en forma excepcional también, son revocadas. Si se trata de los inefables bancos, compañías de seguros, instituciones gubernamentales o paraestatales, es seguro que siempre tienen la razón. El audaz que quiera defenderse de sus atropellos, se equivoca y recibe su castigo. Debe pagar además del producto del atraco al que se le somete, “costas”. La Suprema Corte está a salvo de sospecha. Hoy son los cientos de “Tribunales Colegiados” que existen los únicos responsables y punto. Sin embargo, en otro ensayo, analizaremos algunos de los más trágicos casos de atraco al pueblo: el impuesto predial y la proporcionalidad constitucional de los impuestos, la legalidad, la jurisprudencia y su respetabilidad por los tribunales comunes y federales., etc.

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