9/19/2010

BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA

Joaquín Ortega Arenas. Los festejos por el aniversario de la independencia surgieron aproximadamente en el mes de septiembre de 1867, en que el Presidente Benito Juárez, realizó algún acto el 16 de septiembre, verdadera fecha en que el Cura de Dolores, Gto., realizó la arenga invitando al Pueblo de la Nueva España a la rebelión en contra del gobierno colonial que la presidía, en la cual vitoreó a Fernando Séptimo , Rey de España, en esos momentos sometido por Napoleón y lanzó severos ataques contra el mal gobierno. Buscaba Don Miguel Hidalgo y Costilla la autonomía de la colonia, pero no la independencia. Por ello, como final de su arenga exclamó. “No hay más remedio que ir a matar gachupines”, como les llamaban los criollos a los peninsulares . Hidalgo fue fusilado en 1811 sin haberse enterado que había iniciado una guerra por la independencia de México. Las ideas independentistas en el nuevo continente fueron iniciadas en Venezuela con Simón Rodríguez y Francisco de Miranda y en México por José María Morelos que con las armas en la mano redactó “Los Sentimientos de la Nación” y convocó a los Congresos Constituyentes de Chilpancingo, que aprobó el 6 de noviembre de 1813 el Acta del Congreso de Anahuac” y Apatzingán del que emana el “ DECRETO CONSTITUCIONAL PARA LA LIBERTAD DE LA AMÉRICA MEXICANA”, de 27 de octubre de 1814.. En el mes de setiembre de 1867, el Presidente Porfirio Díaz, que nació el 15 de septiembre de 1830, anticipó el “Grito de Dolores” para la noche del día 15 y lo institucionalizó para realzarlo en forma simultánea con el festejo de su natalicio.. A partir de esa fecha cada uno de los aniversarios festejados por Díaz, revistió el carácter de apoteosis, cada vez más lujoso y espléndido cuya culminación, más que por la independencia, por el octogésimo aniversario del nacimiento del señor Presidente, además de que indudablemente pensaba que el Presidente Taft traía clavada la espina de su negativa a permitir la constricción del Canal de Tehuantepec y el artillamiento que mandó efectuar en Puerto México y Salina Cruz para evitarlo. Sabía que más pronto que tarde, Taft trataría de vengar esa afrenta. En ese año de 1910, con un País devastado por la miseria y los abusos de la dictadura que no permitía un solo grito de discordia, ( “ mátalos en caliente” , se dice que era la respuesta del Presidente cuando le reseñaban descontentos populares) . El Presidente Díaz, organizó festividades jamás soñadas en este País, ni en ningún otro. Se iniciaron los festejos el 30 de agosto con el cambio de nombre de la calle de San José del Real por el de Isabel La Católica; a partir del 1 de septiembre, inauguraciones y festejos a las que asistía el señor Presidente con su gabinete y los representantes Diplomáticos de los Países invitados a la Conmemoración del Centenario.: Se inauguró el Hemiciclo a Juárez; en Mixcoac el Manicomio de La Castañeda, el Auditorio de la Escuela Nacional Preparatoria; la Pila en que se bautizó al Cura Hidalgo, fue traída de Cuitzeo de los Naranjos, Gto., y recibida por miles de estudiantes en la Estación de Buenavista para acompañarla hasta el Museo Nacional; se Inauguró la Exposición Japonesa en las Calles de Chopo; Se colocó la primera piedra para la construcción de la Cárcel General que sustituyera a la vieja Cárcel de Belén; se celebró un desfile de carros alegóricos; tuvieron lugar elegantes ceremonias en el Palacio Nacional; en la Plaza de la Constitución se construyó un inmenso porta bandera en el que fue izada la enseña Nacional y miles de escolares rindieron juramento ante ella y cantaron el himno nacional; Se inauguró la Escuela Industria para mujeres “La Corregidora”; el Parque Obrero de Balbuena; el Palacio de Correos y el de la Secretaría de Comunicaciones; se colocaron las primeras piedras para el Palacio Legislativo, (hoy reducido a Monumento a la Revolución) y el Palacio de las Bellas artes, El reloj de Bucareli, obsequiado por China; el reloj obsequiado por Turquía hoy en el Jardín del “Colegio de Niñas; la Escuela Normal para Maestros, La Escuela Nacional de Altos Estudios, la Universidad Nacional de México, la Primera Escuela Técnica Ferrocarrilera, y se presentó un nuevo programa de la Escuela Nacional Preparatoria. No hubo día en que el señor Presidente, su gabinete y el H Cuerpo Diplomático, tuvieran un minuto de descanso. Las fiestas y saraos día a día, con todo el boato de un País inmensamente rico, tuvieron su culminación. Los Díaz ofrecieron tés, comida campestre en Xochimilco, garden party a orillas del lago de Chapultepec (en donde se sirvió a los invitados un lunch-champagne) y el gran baile de Palacio Nacional, al que asistieron más de ocho mil personas. La crónica fiel, señala “ El día 15, desfile de carros alegóricos con representaciones de: los indios aztecas, el emperador Moctezuma, Hernán Cortés, indios tlaxcaltecas, época de la Conquista, don Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero y el Ejército Trigarante. Fiesta de la Beneficencia Pública. Funciones populares de teatro y toros. En la noche, Porfirio Díaz gritó a voz en cuello: ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Independencia! ¡Vivan los héroes de la Patria! ¡Viva la República! ¡Viva el pueblo mexicano!. Recepción en el Palacio Nacional; Fuegos artificiales. El día 16, Inauguración del monumento a la Independencia, a cargo de Miguel S. Macedo subsecretario de Gobernación. Inauguración del monumento a Cuauhtémoc. Ceremonia oficial del centésimo aniversario del Grito de Dolores. Los embajadores y delegados extranjeros recorren en carruajes la Avenida de San Francisco en medio de una lluvia de flores. Gran desfile militar, tomando parte los marinos franceses, alemanes, argentinos y brasileños. Apertura del Congreso de la Unión. María Conesa entona el himno nacional”. Francisco I. Madero, rico industrial coahuilense, que formó poco antes de celebrarse elecciones presidenciales de 1910, el Partido Anti Reeleccionista, fue encarcelado mientras se realizaban las elecciones. Huyó de la cárcel a Estados Unidos en donde proclamó el Plan de San Luis, mediante el que invitaba a los mexicanos a rebelarse en contra de la dictadura con un movimiento que debía iniciar a las seis de la tarde del día 20 de noviembre de 1910. La “rebelión” fue un fracaso y regresó a los Estados Unidos decepcionado hasta un día del mes de mayo de 1911, en que se presentó acompañado de los “generales Francisco Villa y Pascual Orozco” y un contingente de tres mil quinientos jinetes perfectamente montados y armados con rifles de repetición como los que empleaba ya el Ejército Norteamericano, frente a Ciudad Juárez que, casi indefensa que se rindió dos o tres días después. El día 21 de mayo, se firmaron los tratados de Ciudad Juárez mediante los que Porfirio Días se compromete a renunciar a la Presidencia de la República y en forma sumamente extraña, Madero •” licenció “ a las “fuerzas insurgentes” con las que tomó Ciudad Juárez”. Para Ripley, pero convertido en dogma para los mexicanos.

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