11/07/2010

“…A PALO DADO…

Joaquín Ortega Arenas. …NI DIOS LO QUITA…”. Es y ha sido el principio rector de la política mexicana desde que en el año de 1824, en que por una mera necedad se estableció el Régimen Federalista inventando “colonias” que no existían, y se retiró de los textos legales el tan necesario Juicio de Residencia mediante el cual todo funcionario debía rendir cuentas ante Juez de los actos de su desempeño como tal. Los usufructuarios de la guerra de independencia consideraron “una ofensa” el que se les cometiera a juicio de residencia después de sus encendidos afanes demostrados en la lucha libertaria. Han transcurrido ciento ochenta y seis años y con la sola excepción del agitado lapso en que tuvimos oportunidad de enmendar errores, por desgracia muy corto para lograrlo, La Reforma, hemos repetido nuestros sempiternos errores y no sólo eso, sino los hemos multiplicado y ampliado hasta el infinito. En los todavía añorados tiempos de Don Porfirio, logramos una sustancial mejora con aquellas órdenes todavía vigentes y observadas en la actualidad. “Mátenlos en caliente”; “Mátenlos dispués viriguan”. Hemos dado una amplia difusión y cumplimiento al proverbio “al que madruga Dios le ayuda” y nuestra historia actual es testigo de que los “madruguetes” están a la orden del día. Resultan “electos”… para los cargos de elección popular por inmensa mayoría, individuos que no recibieron ni cien votos, pero al grito de “A palo dado ni Dios lo quita” y con la ayuda de nuestras heroicas fuerzas armadas, se le coloca en el sitio previamente seleccionado para ellos para que, ya sentados cómodamente despachen como representantes populares. Los mexicanos, acostumbrados a obedecer y callar implantado desde el Siglo XVIII por el ínclito señor Marqués de Croix, Virrey de la Nueva España, ni siquiera protestamos, “…pus ya pa qué…” si a palo dado ni Dios lo quita, mucho menos unos individuos como somos todos, que todavía no tenemos conciencia de lo que es un “ciudadano”; que sabemos de cierto que nada ganamos con protestar porque nos exponemos a las represalias de los que ya mandan. En medio de una tremenda corrupción y un desaforado cinismo preferimos “obedecer y callar”. Durante el Siglo pasado concluida la Reforma con la Muerte de Benito Juárez y el advenimiento al poder del hijo del español José Faustino Díaz y la italiana Petrona Mori el “obedecer y callar” fue norma cuya violación acarreaba como consecuencias fatales, cuando no la muerte en caliente de la que fueron víctimas los obreros de Río Blanco y Cananea, los mineros de Guanajuato y otros muchos, convertirse por fuerza en soldado mediante la leva: pasar unas vacaciones en una tinaja húmeda e insalubre de San Juan de Ulúa, la migración forzada de campesinos de Yucatán a Sonora y de Sonora a Yucatán. Vino la sacrosanta “revolución” y en pleno vigor eterno “del mátalos en caliente “ murieron durante diez largos años UN MILLÓN DE MEXICANOS entre los que en primer lugar estuvieron los siempre maltratados campesinos con Emiliano Zapata a la cabeza, que sólo buscaban mejores condiciones de vida y un trato humano Al grito de “yo soy de los que ganaron”, las fortunas personales de los triunfadores consideradas en pesos oro, rebasaron las diez cifras. Con las fortunas mal habidas, “el poder que da el dinero”, se apoderaron de todas las opciones de gobierno y todavía no las han abandonado cambiando de “chaqueta” cuando así lo exigen las circunstancias. Los beneficios “colaterales” siguen siendo inmensos. Sueldos de diez cifras, contratos y concesiones a razón de “veinte por adela” (veinte por ciento por adelantado por traspasarlas a alguien que las pueda cumplir), que una vez pagadas se convierten en “palo dado” y qué importa como haya quedado la obra. El patrimonio de la Nación, está a su entera disponibilidad. Tenemos como actuales y trágicos ejemplos en Chiapas, la Ciudad de San Cristóbal las Casas, devastada por el Presidente Municipal y el Gobernador , que ha viso desaparecer los cerros de su entorno para ser vendidos primero, como madera, después como arena y grava, a toda prisa para que cuando se pretenda reparar el mal, sea ya “palo dado”; . Se elevaron quejas a la Presidencia de la República que recibieron pronta respuesta,en el idioma inglés. Los que protestaban ni se enteraron de que fue lo que les contestaron. Otro trágico destino. La Ciudad de Guanajuato, en la que el Presidente Municipal, Nicéforo Alejandro de Jesús Guerrero Reynoso, “cambió el uso del suelo” de la zona ecológica protegida de la histórica urbe para que se construyera un fraccionamiento con 900 casas, mercado gigantesco y estacionamientos , en un terreno adquirido en dudosísima forma y, a toda prisa destruyendo la zona ecológica, desviando el Río Guanajuato y llevando camiones y más camiones de tierra y bosque a la cuenca de la Presa de la Olla que ya está fuertemente afectada, pero…nadie puede pararlos; están dentro de la vieja ley “ A palo dado ni Dios lo Quita”. Las autoridades superiores no ven ni oyen. El pueblo de Guanajuato se ha opuesto en masa, pero nadie lo oye ni nadie lo ve. Predomina en los depredadores la esperanza de que una vez terminada la obra, lo demás carecerá de importancia, ¡ya qué! Volverá el olvido y Guanajuato se quedó sin Zona de Protección Ecológica. R.I.P.

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