2/09/2014

“EDUCACIÓN” ÚNICO Y VERDADERO PROBLEMA DE MÉXICO.


Joaquín Ortega Arenas.
                                                            -  I  -

Desde la llegada al “nuevo Mundo”  de nuestros conquistadores, no hay problema más grave en este sufrido país, que el de la carencia absoluta de la educación.  Los conquistadores,  sin tener una cultura definida, derivada de que  las continúas ocupaciones extranjeras de la Península Ibérica lo impidieron, hasta el fin de la reconquista en 1492 con la caída de Ganada, llegaron a buscar riquezas y poder, escudados en la Religión Católica , su primera preocupación, fue implantarla en la tierra conquistada ,generalizando, si respetar etnias ni culturas milenarias más adelantadas que la suya, ya que la población que fue conformándose con su llegada, se  integró con  españoles, desde luego, indios, (los conquistados)  y las que llamaron castas, ( mezclas que se fueron creando , mestizos, multaos, zambos, etc.), aunque sus afanes se concentraron en la “Evangelización,  (imponer su religión y su idioma), ya que en primera instancia, la autoridad la constituía el Clero y el representante del Dios  creador  de todas las cosas, el Papa y los obispos. Como “arma” convencedora, “El Tribunal de la Santa Inquisición. Los medios se fueron integrando con la “Encomienda”, (esclavitud a secas) y el repartimiento, (trabajo temporal semi-esclavo).
Se fundaron escuelas especiales para “nobles indígenas”. Como el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco (1537), y  y en la época de Fray  Juan de Zumárraga, escuelas para niñas.
La indudable inteligencia de los primitivos habitantes de estas tierras, se revela de inmediato y el bautizado ya como  Martín de la Cruz,  que nació en Zacapán, Xochimilco a finales del siglo XV. Estudió en un calmécac y a los 50 años ingresó en el Real Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco (fundado en 1533) donde fungía como curandero y alumno. Escribió Amate-Cehuatl-Xihuitl-Pitli” y el “Amatoce huaxihuipactli”.   El también llamado ya “cristianamente” Juan Badiano, que nació en Chililico, (hoy Bario La Santísima, Xochimilco). A los 8 años estudia con los Siete Sabios del Lugar. A los 51 años, por ser descendiente de nobles, es aceptado para su ingreso en el Real Colegio de Santa Cruz Tlatelolco, donde aprendió español, religión y latín, siendo compañero de Martín de la Cruz. Su principal aportación la hizo, cuando en 1552 por encomienda del Padre Jacobo De Grado, realiza la traducción del náhuatl al latín del “Herbolario Indigena” de  Martín de la Cruz. El libro, causó gran expectación en toda Europa, y dado con contenido, actual hasta nuestros días, ha tenido miles de reproducciones.
 Tata Vasco, (Vasco de Quiroga), oidor de la Segunda Audiencia de la Nueva España,  es enviado al señorío de los purépecha,  y aprovechando la inmensa capacidad de aprender de los habitantes de la zona, realiza una labor educativa que aun hoy, más que 550 años después, sigue siendo admirable.
Exclusivamente para españoles y criollos,  en la época colonial se fundaron varios  Colegios Universitarios, todos, desde luego, operados por las diversas Ordenes Clericales,
Dominicos,  Agustinos  y Jesuitas principalmente.

En el Siglo XVII ocurrió un verdadero milagro cultural. llegó a México de su natal Nepantla, ( hoy Estado de México) Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana,  niña prodigio que aprendió a leer y escribir cuando dolo tenía tres años y a la edad de 8 años, escribió su primera obra en verso. Por su destacada intelectualidad fue designada a los 14 años,  dama de honor la Marquesa de Mancera y, los Virreyes la elevaron en la Corte Virreinal de la Nueva España,  Su estadía ha determinado el conocimiento general que se  tenía de la Colonia Española, en el resto del mundo.
      Sin embargo, en 1667 fue ingresada al convento de las Carmelitas descalzas, sin causa aparente,  pero no faltaron  historiadores que atribuyeran ese hecho, a que la Marquesa de Mancera perdió uno de los dientes incisivos, y prefería ya no presentarse en público. Las damas de la corte, empezaron a   hacerse sacar el diente que le faltaba a la marquesa, y  Juana,  escribió unos versos satíricos que tituló, “Las Ventanas de la Marquesa” que llegaron a su conocimiento y sin más, ordenó que se le internara en el Convento cuando solo contaba con 16 años. Hubo necesidad de sacarla por cuestiones de salud, pero dos años después, fue internada definitivamente  en el Convento de la Orden de San Jerónimo. No era una monja devota y escribió que su deseo era:
“Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros”.
      Durante su estancia en el Convento su celda se convirtió en lugar de reunión de la intelectualidad de la Colonia, y por ella desfilaron  poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, y el  también  nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad.
      Es mundialmente famosa,  en especial por la carta “Respuesta a sor Filotea de la Cruz” seudónimo de Manuel Fernández de la Cruz, obispo de Puebla  que publicó la “Carta Atenagórica” a la que Sor Juana realizó una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués Antonio Vieira sobre las «finezas de Cristo», acompañada de una «Carta de sor Filotea de la Cruz», en la que, aun reconociendo el talento de la autora, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
     A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso», la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.
     Aun en vida de la Poetisa, sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: “… Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1692) y un después de su muerte, “… Fama y obras póstumas del Fénix de México” (1700).
      Su fama sobrepasó todas las fronteras y ha trascendido hasta hoy y sin duda alguna sigue siendo uno de los pocos motivos  de los que puede sentirse orgulloso este País..
      Falleció, físicamente, porque su obra y recuerdo son inmortales,  en el año de 1695, mientras atendía a sus compañeras enfermas de Cólera,

     Lo que incluyo acerca de Sor Juana,  no es una exageración, ni algo que estorbe el tema que estoy analizando. Es simplemente un homenaje a alguien que como ningún otro, enorgullece a este País, y cuya vida y obra,  desgraciadamente ignoramos muchísimos mexicanos.

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