Joaquín
Ortega Arenas.
A partir
de que Madero ocupó la Presidencia, los movimientos armados, justos o injustos
proliferaron.
En el Estado de Morelos, Emiliano Zapata,
verdadero apóstol de las luchas sociales en México, se trató de eliminarlo a toda costa porque
representaba ideales exactamente contradictorios con los del latifundista
norteño, y al efecto llegaron al Estado de Morelos enviados por el Presidente,
los verdaderos carniceros Juvencio Robles y Alberto T. Razgado. Tropelía tras tropelía, fue necesario
relevarlos porque el pueblo, le verdadero pueblo protegía a su líder. En
sustitución de los “carniceros”, llegó el General Pablo González. Se dedicó a quemar campos azucareros y
desmantelar Ingenios en su beneficio personal y, acorde con los sistemas políticos porfirianos, a inventar noticias,
motejando a Zapata como ”El
Atila del Sur”
imputándole todas las atrocidades que el cometía. Por último, envió a
Victoriano Huerta, que nada pudo hacer en contra del caudillo suriano.
Pascual
Orozco, por enésima vez se lanzó a la lucha de los poderes constituidos solo para ver que sacaba de provecho, pero en
esta ocasión salió mal parado. Derroto a sus mercenarios el General Victoriano
Huerta, al que Madero dio todos los cargos posibles.
El 9 de
febrero de 1913, estalló en la Capital de la República un movimiento armado
para derrocar a Madero que conoce la historia como “La Decena Trágica”.
El
general Manuel Mondragón y
otros, se levantaron en armas, y pusieron en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz que
estaban detenidos en la Prisión de Santiago. Se dirigieron al Palacio Nacional
a cuyo cargo de encontraba el General
Lauro Villar, con objeto de tomarlo, y
Frente a la Puerta Mariana del mismo, cayó muerto el General Reyes.
En la defensa del Palacio, fue herido
el General Villar, y Madero
designo en su lugar a Victoriano Huerta. Madero y el Vicepresidente Pino
Suarez, quedaron en el Palacio detenidos.
El hermano del Presidente, Gustavo A. Madero, se enteró de que
Huerta estaba implicado en el complot y eso le costó la vida. Fue villanamente
asesinado en la Villa de Guadalupe.
“ …Huerta
firmó un acuerdo con Félix Díaz, en su calidad de jefe del ejército federal,
consumando su traición destituyendo al presidente y al vicepresidente, el
acuerdo tuvo lugar en la sede de la embajada de Estados Unidos en México, con
el apoyo del embajador Henry Lane Wilson y es
conocido como el Pacto de la Embajada….”
Madero y
Pino Suárez fueron apresados, y obligados a renunciar al día siguiente.
El 20 de febrero Victoriano Huerta fue
designado presidente mediante una serie de maniobras ilegítimas, por lo que
sería conocido como “el usurpador”, lo que
al menos legamente, es inexacto. Las renuncias de Madero y Pino Suárez fueron aceptadas casi por unanimidad
por el congreso “maderista” (solo seis votos en contra).
Designaron
Presidente Sustituto al abogado Pedro Lascurain, por unanimidad de votos; 45
minutos después, renunció, no sin antes haber designado Secretario de
Gobernación a Victoriano Huerta; a la
renuncia de Lascurain, aceptada
igualmente por el Congreso por unanimidad de votos, designó con la misma
votación a Huerta Presidente sustituto.
Como lo
sostuvo el Maestro Emérito de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, Don Felipe
Tena Ramírez, “…NO HUBO USURPACIÓN, MÁS BIEN LO QUE FUE ES UNA ALTA TRAICIÓN VÍA GOLPE DE ESTADO….”.
El fin el
maderismo está envuelto en una serie de acontecimientos obscuros e
inexplicables.
El 9 de
febrero de 1913, ya con el levantamiento en curso, se digirió del Castillo de
Chapultepec al Palacio, con una escolta de “Cadetes del Colegio Militar” que llamaron
la marcha de la lealtad y que
ridículamente repiten nuestro Presidente año con año, Elevaron una
estatua frente a la Alameda con Madero a caballo durante esa marcha, pero
ignoraron que a Victoriano Huerta, lo
acompañaron unos días después al recinto legislativo a rendir su protesta, casi los mismos cadetes….
Mediante
un turbia maniobra inspirada por el Embajador de los Estados Unidos, país al
que había decepcionado por completo la
actuación de Madero y habían considerado eliminarlo para “cortar por lo sano”, y
el Embajador, Henry Lane Wilson. urdió el “levantamiento de la
Ciudadela encabezado por el General
Manuel Mondragón y Félix Díaz, sobrino
de Don Porfirio que había celebrado el inmoralmente denominado “Pacto de la embajada” el 17 de febrero, que
Huerta suscribió con el embajador
de Estados Unidos, Félix Díaz y Manuel Mondragón,. Se comprometían a colocar provisionalmente en la
presidencia al General Victoriano Huerta, a cambio de que éste se la cediera
posteriormente a Félix Díaz.
El 18 de febrero, un grupo de empresarios capitalinos —entre ellos Ignacio de la Torre y Mier, yerno
de Porfirio Díaz— declararon su
fidelidad a Huerta. Ese mismo día, Gustavo A. Madero, hermano y asesor del presidente, fue arrestado,
le sacaron el único ojo que tenía con una bayoneta, quedando ciego y torturado
hasta la muerte. El 19 de febrero, Madero
y José María Pino Suárez,
vicepresidente, fueron obligados a firmar la renuncia a sus cargos.
Pedro Lascuráin se hizo
cargo del poder ejecutivo por escasos 45 minutos, en los que su único acto de
gobierno fue nombrar secretario de Gobernación a Huerta. Acto seguido, renunció
Lascuráin y Victoriano Huerta ocupó la presidencia.
El 22 de febrero de 1913, pese a
la promesa de los golpistas de respetar la
vida de Madero y facilitar su exilio a la isla de Cuba, él
y el vicepresidente José María Pino Suárez fueron asesinados a un costado del Palacio Negro de Lecumberri en la Ciudad de México, Se
conocieron de inmediato los nombres de los verdugos, pero ¡…no pasó nada…!
Este asesinato, es uno de los capítulos más
negros de nuestra historia.
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