Joaquín Ortega Arenas.
El
asunto de la evaluación del hacer de los maestros en México, es solo una
cortina de humo para desviar la atención
de los problemas que verdaderamente requieren una evaluación.
No
se necesita ser especialista para evaluar la actuación de los maestros. Todo
aquel que haya cursado la educación primaria elemental, (de primero a tercero) es testigo y beneficiario de la infinita paciencia con la que esos verdaderos santos
educadores poseen y van compartiendo con
los educandos. Van de cero a diez, ya que reciben material humano en blanco,
generalmente mal alimentado y lo transforman en solo tres años en material apto
para continuar con esos
conocimientos, su preparación para toda la
vida.
Resulta
verdaderamente triste la amnesia que aniquila a todos los interesados en la
cuasi-política mexicana. Les provoca una
ceguera total a los problemas que si deben ser evaluados, como el quehacer de todos, absolutamente todos los funcionarios
y empleados públicos que ¡viven, y viven
muy bien!, de los impuestos que pagamos.
Para los que viven dentro de presupuesto no
importa decir, como acaba de hacerlo nuestro inefable jefe de gobierno al
calificar la conducta de las empresas españolas que “piratean” a los siempre
sufridos “ruleteros”, hoy “taxistas”,
que “…lo ilícito no siempre es
ilegal….” ( y ¡quiere ser Presidente!)
Es
patente la existencia de tremendas redes de corrupción en la Administración
Pública, Federal y Local.
La
Administración de Justicia que, con toda veracidad, deberíamos calificar
como “Administración de injusticia a precio alzado”, y todos los mexicanos lo sabemos menos los funcionaros de “vista gorda” incrustados en los gobiernos federal y estatal
que lo ignoran, ¡no lo saben!, pero ¿qué
hacer? , ¿a quién recurrir? ¡Tenemos todos los caminos bloqueados!
Nuestro
sistema “democrático” está enfermo.
La
“forma personal de gobernar” de los gobiernos federales en turno, desde el año de 1854 fue “planeado
por nuestro inspirador y guía, ANTONIO LOPEZ DE SANTA ANNA”, que:
“… el día 2O de abril de 1853, empezó una
larga lista de decretos y órdenes,
invariablemente encabezados con la fórmula
“...Antonio López de Santa Ana,
Benemérito de la Patria, General de División, Caballero de la Gran Cruz
de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y, Presidente de la
República, a sus habitantes sabed...”
y solo en el mes de mayo del
fatídico 1854,
1.- El
día 9
decretó La centralización del
Poder Público;
2.- El 14, centralizó
las rentas de la Nación;
3.- El 20, creó
un ejército de noventa mil hombres;
4.- El 20,
”restableció las alcabalas, sin perjuicio de la continuación de todas las
contribuciones existentes...”
5.- El dinero no alcanzaba, y el 3 de octubre de 1854, estableció impuestos de 2 reales mensuales a
cada coche; un real mensual a las pulquerías de una sola puerta, y
tres por cada puerta más ; 2
reales mensuales por cada canal;
medio real diario por cada puesto fijo o ambulante; cinco reales
mensuales por cada coche o carruaje; de tres a quince pesos por cada carro de
alquiler según su tamaño; por cada
caballo según su clase, de uno a dos pesos mensuales, y un peso mensual por cada perro...
6.- En
9 de enero de 1854, se decretó que deberían causar impuesto las ventanas,
las puertas y las luces exteriores de las casas, “...cuatro reales a los
zaguanes, cocheras, puertas de tienda,...y
tres reales a los balcones y ventanas...” y la cuota era mensual.
TODAS ESAS “LEYES” ADECUADAS A LOS TIEMPOS
MODERNOS, (CON
EXCEPCIÓN TODAVÍA DEL IMPUESTO A LOS PERROS) , ¡SIGUEN VIGENTES!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario