Joaquín Ortega Arenas.
Allá por el año de 1938,
Juan, mi hermano mayor, me llevó a un mitin que, en contra del Rector se
verificaba en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria. Lo de siempre, desorden, cohetones, gritos,
imprecaciones y porras de doble sentido … ¡atole, pozole y vinagre, el
rector..¡ra, ra, ra!
De repente, ocurrió un milagro increíble.
Ingresó en el recinto, con un andar pausado y hasta solemne, un anciano cuyas
canas y presencia fueron suficientes
para que el rebumbio terminara casi de golpe. El Doctor Mariano Azuela González cuya biografía nos
relata
“…Mariano
Azuela González nació Lagos de Moreno, Jalisco el 1 de enero de 1873 y falleció en la Ciudad de México, el 1 de marzo de 1952. Estudió la carrera de medicina
en Guadalajara, en donde inicio su ejercicio profesional y su desarrollo como
escritor destacadísimo. Incursionó en el teatro, el cuento, el ensayo crítico y la novela y en su biografía, nos relatan
“…Su
primera novela fue María Luisa (1907). Después publicaría Andrés Pérez, maderista (1911). Fue designado jefe político
de Lagos de Moreno y posteriormente director de Educación
en Jalisco. Tras la
caída de Madero, Azuela se incorporó a las fuerzas revolucionarias
de Julián Medina como médico militar. vencieron a Villa y Zapata, Mariano
Azuela se exilió a El Paso, Texas, fue entonces cuando
escribió Los de abajo, novela revolucionaria que le dio popularidad, publicada en
fascículos en 1915 en
el periódico El Paso del Norte y
en forma de libro en 1916 cuando regresó a México;
sin embargo, el éxito literario de esta obra fue hasta 1925, cuando fue
publicada a modo de folletín en el periódico El Universal Ilustrado.2
Fue uno
de los miembros fundadores del Seminario de Cultura Mexicana y de El Colegio Nacional. En 1942, la Sociedad Arte y Letras de
México le otorgó el Premio de Literatura. El 8 de abril de 1943, ingresó como miembro fundador
a El Colegio Nacional. En 1949 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de
Lingüística y Literatura.
En medio
de un silencio sepulcral, entró a la tribuna e inició su discurso con la frase
que puse por nombre a esta colaboración, y la intención de todo su discurso, no
fue otra que la de alabar a la juventud
universitaria por esa actitud rebelde que en contra de la injusticia, el
abuso de poder y la corrupción que siempre había tenido. Ni falta hace mencionar la ovación que lo acompañó hasta la calle de San
Ildefonso en donde tenía estacionado su vehículo y el nutridísimo
coro de estudiantes que lo vitoreabamos.
Muchos años
después, tuve la fortuna de ser invitado permanente de Don Alfonso Reyes a los desayunos en que todos
los jueves reunía a sus amigos en el “Sanborns” de Madero, entre los que, no faltaba más, estaba Don
Mariano Azuela González.
Aprovechando
la ventaja que me daba el ser el único joven en
la tertulia, señalé a Don Mariano mi “sospecha” de que “Los de Abajo” era una novela
autobiográfica en el que el desempeñó el papel del “Curro” . Soltó una sonora carcajada y me contestó que ¡si!, y el desayuno se prolongó hasta
las dos de la tarde, por el maravilloso relato que de todas las circunstancias
que lo llevaron a escribir esa maravillosa novela nos hizo.
Todos los
contertulios, (entre los que se encontraban los Ministros de la Suprema Corte
de Justicia Franco Carreño y Alberto Ramírez, el Oficial Mayor de la
Secretaría de Gobernación , los
periodistas Juan Martínez Ruiz y José Pagés Llergo, el General Salinas Carranza y otros más que mi
memoria no quiere traer a colación), olvidaron sus obligaciones y como yo, literalmente con la boca abierta, lo
escuchamos.
Al
terminar la maravillosa e inesperada “conferencia”, en la que relató los verdaderos nombres de los
demás personajes de su excelente novela,
Demetrio Macías, la Pintada, el Mantecas etc., me pidió que pasara a su
casa en las Calles de Sabino, porque me iba a dejar un “regalito”.
Al día siguiente acudí a su casa en la que su
hija Carmen, excelente pianista me hizo
entrega, previa plática de más de una hora, de doce libros de la autoría del
Doctor, dedicados manualmente por el mismo, que son las más preciadas joyas de
mi biblioteca.
Me
pregunto, ¿porque no ha habido en
México, ni hay más “Marianos Azuela González? ¿Qué ha pasado en este sufrido
País que los cerebros privilegiados, las voluntades férreas e incorruptas ya no
existen o ya no se manifiestan?
¿Cuánto
tiempo más debemos esperar para que vuelvan personas como Don Mariano, el de
Lagos, el escritor incorruptible, veraz
y sincero, a aparecer en nuestra
historia…?
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