2/05/2017

NO TODO ESTA PERDIDO


Joaquín Ortega Arenas
Blog Spot  6 de febrero de 2017.


       “…El juez federal de Seattle James Robart bloqueó a nivel nacional el decreto del republicano que prohíbe el ingreso a ciudadanos de siete naciones mayoritariamente musulmanas, el cual ha significado la cancelación de por los menos 60 mil visas….”

En éste desventurado País en que vivimos, hemos tenido jueces de entereza y valor incomparables, de los que voy a relatar algunos.

Corría el año de 1894 y el suegro del Señor Presidente de la República, Manuel Romero Rubio, arrebató a la viva fuerza a los comuneros de del Peñón de los Baños,  los veneros de agua caliente, y empezó la construcción de un local para comerciarla (todavía existen). Los comuneros solicitaron el amparo de la Justicia Federal y se les concedió. Recurrió el influyente personaje Padre de Doña Carmelita y con “ponencia del Ministro,  Simón Guzmán Montes de Oca, se concedió el amparo a la quejosa. La Suprema Corte estaba ubicada en  el Palacio Nacional, y no faltó quien llevara de inmediato la noticia al Presidente que ordenó a Don Simón revocara la sentencia. Se negó y una cadena de soldados rodeó el local, con la amenaza de no dejarlos salir hasta que “cumplieran con la orden presidencial”. Los ministros ni se inmutaron, pidieron a sus familias que les llevaran de comer y cambios de ropa. El Ministro Ignacio Manuel Altamirano,   no tenía familia en México, y todos comían lo que llegaba pero pronto requirió de cambo de ropa, y el Ministro Guzmán le presto ropa para que se cambara. La diferencia de estaturas era de cuarenta centímetros y, sin perder la calma y el buen humor, continuaron su prisión. En Pleno, para resolver su problema personal, decidieron ”Renunciar todos al cargo” y enviaron esa renuncia al Presidente que, dada la gravedad de esa renuncia, no aceptó Don Porfirio y el señor Romero Rubio perdió  el Pleito. Los  comuneros fraccionaron el predio y pusieron Colonia Romero Rubio a el nuevo Fraccionamiento. Cuentan las crónicas populares que se acuñó la frase “ ¡Que tiempos, Señor Don Simón!”

El  día 13 de febrero de 1913,  el General  Victoriano Huerta dio un golpe de estado   que derrocó y asesinó al Presidente Francisco I. Madero, disolvió el Congreso y encarceló a 98 de los 110 diputados en la lóbrega Cárcel de Belén.

Enterado el Juez Quinto de Distrito en el Distrito Federal, , Joaquín Ortega Guzmán, dictó una resolución amparando a los Diputados detenidos, porque gozaban de fuero,  y  fue personalmente  a cumplirla  acompañado por su Primer Secretario, Lic. Emilio Portes Gil.

 Acudieron a Belén y al primer detenido que rescataron, fue al Diputado Pascual Ortiz Rubio.

Cuando regresaron el Juzgado, ubicado en la casa número 104 de la Calle de Donceles, se encontraron que habían recibido un mensaje telefónico del Secretario de Gobernación , Lic.  Alberto García Granados, que les enviaba una cordial felicitación por su desempeño en defensa de la justicia, pero les advertía que el Presidente “estaba muy enojado” y había ordenado a sus  “secuaces” que esperan la llegada de los funcionarios judiciales a sus domicilios y los asesinaran.

El Juez Ortega, vivía en la Colonia San Rafael, en los altos de una carnicería en la esquina de las calles de Guillermo Prieto y José Rosas Moreno y el Licenciado Portes Gil, muy cerca, en la calle de Rosas Moreno,.

 Llamó a la Carnicería por teléfono, para que avisara a su esposa que, sin alharacas, con su mandil puesto y una canasta, fuera a la Estación de los Ferrocarriles Nacionales, a un calle más de distancia, a esperarlo, así como también a la Casa del Licenciado Portes Gil , que era soltero, con el mismo mensaje.

Salieron en el Tren que iba a nuevo Laredo, a las tres de la tarde. El Juez Ortega y su esposa, bajaron en Querétaro, donde habitaba el hermano mayor del suegro del Juez,   periodista que publicaba el semanario antiporfirista  “El Buen Obrero”.

El Licenciado Portes Gil, siguió hasta Nuevo Laredo y después, hasta Matamoros, Tamaulipas, en donde vivían sus familiares.  Comentaba el Juez Ortega, que, sin perder el buen humor, Don Emilio lo invitaba a seguir con él el viaje, “…ya que si nos detectan nos pasamos al lado gringo y ya”.

Con toda seguridad existen aún en México, Jueces de esa calidad, y hemos leído en la Prensa, que ya han concedido DOS AMPAROS EN CONTRA DEL TREMENDO FRAUDE GUBERNAMENTAL QUE CONOCEMOS COMO “EL GASOLINAZO”, FALTA VER LA REACCIÓN DEL GOBIERNO ANTE ESA SITUACIÓN.

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