Joaquín Ortega Arenas
Blog Spot 6 de febrero de 2017.
“…El juez federal de Seattle James Robart bloqueó a nivel
nacional el decreto del republicano que prohíbe el ingreso a ciudadanos de
siete naciones mayoritariamente musulmanas, el cual ha significado la
cancelación de por los menos 60 mil visas….”
En éste
desventurado País en que vivimos, hemos tenido jueces de entereza y valor
incomparables, de los que voy a relatar algunos.
Corría el año de
1894 y el suegro del Señor Presidente de la República, Manuel Romero Rubio, arrebató
a la viva fuerza a los comuneros de del Peñón de los Baños, los veneros de agua caliente, y empezó la
construcción de un local para comerciarla (todavía existen). Los comuneros
solicitaron el amparo de la Justicia Federal y se les concedió. Recurrió el
influyente personaje Padre de Doña Carmelita y con “ponencia del Ministro, Simón Guzmán Montes de Oca, se concedió el
amparo a la quejosa. La Suprema Corte estaba ubicada en el Palacio Nacional, y no faltó quien llevara
de inmediato la noticia al Presidente que ordenó a Don Simón revocara la
sentencia. Se negó y una cadena de soldados rodeó el local, con la amenaza de
no dejarlos salir hasta que “cumplieran con la orden presidencial”. Los
ministros ni se inmutaron, pidieron a sus familias que les llevaran de comer y
cambios de ropa. El Ministro Ignacio Manuel Altamirano, no tenía familia en México, y todos comían lo
que llegaba pero pronto requirió de cambo de ropa, y el Ministro Guzmán le
presto ropa para que se cambara. La diferencia de estaturas era de cuarenta
centímetros y, sin perder la calma y el buen humor, continuaron su prisión. En
Pleno, para resolver su problema personal, decidieron ”Renunciar todos al
cargo” y enviaron esa renuncia al Presidente que, dada la gravedad de esa
renuncia, no aceptó Don Porfirio y el señor Romero Rubio perdió el Pleito. Los comuneros fraccionaron el predio y pusieron
Colonia Romero Rubio a el nuevo Fraccionamiento. Cuentan las crónicas populares
que se acuñó la frase “ ¡Que tiempos,
Señor Don Simón!”
El día 13 de febrero de 1913, el General
Victoriano Huerta dio un golpe de estado que derrocó y asesinó al Presidente
Francisco I. Madero, disolvió el Congreso y encarceló a 98 de los 110 diputados
en la lóbrega Cárcel de Belén.
Enterado el Juez Quinto de Distrito en el Distrito Federal, , Joaquín
Ortega Guzmán, dictó una resolución amparando a los Diputados detenidos, porque
gozaban de fuero, y fue personalmente a cumplirla
acompañado por su Primer Secretario, Lic. Emilio Portes Gil.
Acudieron a Belén y al primer
detenido que rescataron, fue al Diputado Pascual Ortiz Rubio.
Cuando regresaron el Juzgado, ubicado en la casa número 104 de la Calle
de Donceles, se encontraron que habían recibido un mensaje telefónico del
Secretario de Gobernación , Lic. Alberto
García Granados, que les enviaba una cordial felicitación por su desempeño en
defensa de la justicia, pero les advertía que el Presidente “estaba muy enojado” y había ordenado a
sus “secuaces” que esperan la llegada de
los funcionarios judiciales a sus domicilios y los asesinaran.
El Juez Ortega, vivía en la Colonia San Rafael, en los altos de una
carnicería en la esquina de las calles de Guillermo Prieto y José Rosas Moreno
y el Licenciado Portes Gil, muy cerca, en la calle de Rosas Moreno,.
Llamó a la Carnicería por
teléfono, para que avisara a su esposa que, sin alharacas, con su mandil puesto
y una canasta, fuera a la Estación de los Ferrocarriles Nacionales, a un calle
más de distancia, a esperarlo, así como también a la Casa del Licenciado Portes
Gil , que era soltero, con el mismo mensaje.
Salieron en el Tren que iba a nuevo Laredo, a las tres de la tarde. El
Juez Ortega y su esposa, bajaron en Querétaro, donde habitaba el hermano mayor
del suegro del Juez, periodista que
publicaba el semanario antiporfirista “El
Buen Obrero”.
El Licenciado Portes Gil, siguió hasta Nuevo Laredo y después, hasta
Matamoros, Tamaulipas, en donde vivían sus familiares. Comentaba el Juez Ortega, que, sin perder el
buen humor, Don Emilio lo invitaba a seguir con él el viaje, “…ya que si nos detectan nos pasamos al lado
gringo y ya”.
Con toda seguridad existen aún en
México, Jueces de esa calidad, y hemos leído en la Prensa, que ya han concedido
DOS AMPAROS EN CONTRA DEL TREMENDO FRAUDE GUBERNAMENTAL QUE CONOCEMOS COMO “EL
GASOLINAZO”, FALTA VER LA REACCIÓN DEL GOBIERNO ANTE ESA SITUACIÓN.
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