5/14/2017

LA CIVILIZACIÓN MÁS ANTIGUA DEL MUNDO.


Joaquín Ortega Arenas.

Para mi amadísima esposa Alicia Margarita Esquivel Molina en el que hubiera sido el 69 aniversario de nuestra boda,

Tradicionalmente se han considerado, erróneamente, como las más antiguas civilizaciones del Mundo, la China,  porque  el calendario chino, uno de los países más antiguos de la tierra, tiene su inicio en el año 2697 a. de J.C. ,  la Egipcia,  que,  se estableció en el período arcaico de Egipto,   entre los años de 2781-2777 a. C., La Asiria, cuyo calendario  inicia su cuenta o bien desde el Éxodo del pueblo judío de Egipto, ocurrido posiblemente durante la XVIII dinastía, siglo XV antes de Cristo, o desde “la creación del mundo”, sin que exista dato alguno para determinar esa fecha, por lo que nos resulta forzoso considerar como fecha de la formación del calendario Asirio-Babilónico, en los años 1400 a 1300 antes de cristo.
Es palmario que, la más antigua de las Civilizaciones en el Mundo, se desarrolló en la que Paul Kirchhoff denominó desde el año de 1943, “Mesoamérica”, conformada desde la zona Arqueológica denominada “La Ciudad Blanca”, República de Honduras, hasta Paquimé, en el Estado Mexicano de Chihuahua y , existen testimonios arqueológicos que demuestran que el Calendario Mesoamericano fue elaborado por la Civilización Mesoamericana, aproximadamente hace TRES MIL QUINIENTOS AÑOS, y adoptado por todas las demás etnias que constituyeron lo que  empleando términos actuales que difícilmente son aplicables a nuestro pasado histórico,  Mesoamérica podríamos considerar que fue una “confederación” y,  para tratar de comprender la fecha de inicio del “calendario solar de 360 días más cinco días perdidos o nemontemi”.
Es necesario explicar en primer lugar que el “cero”  fue usado en Mesoamérica,   antes de que ningún otro pueblo del mundo  tuviera conocimiento de su contenido conceptual y matemático ya que  el nacimiento de la gran civilización mesoamericana   data del inicio de lo que llamaron “la cuenta larga” el



Aristóteles, (384-322 antes de Cristo) ¸ y Ptolomeo, (100-170 D. C.),  afirmaban que La tierra, inmóvil , ocupaba el centro del universo”. En forma paralela, se estudiaron los movimientos de la luna en torno a la tierra.
 En Mesoamérica se emplearon simultáneamente tres tipos de calendario: La cuenta larga, que abarca un lapso de 18.980 días solares; el calendario común o civil de 365 días y 5 días nemontemi, y el calendario sagrado de 260 días , que cada 52 años coincidía con el calendario civil , fecha en que celebraban los pueblos mesoamericanos las ceremonias del “fuego nuevo”.       Consideraron también el calendario lunar de 28 días tomando en consideración como señalamos, que la órbita de la luna en torno de la tierra es mucho más corta que la de la tierra al rededor del sol. 
A falta de telescopios, en sus observatorios dejaban espacios con piedra negra en el piso que empleaban como espejos para examinar el cielo durante la noche e inventaron observatorios formados con un palo central de 26 metros de altura, plantado en un círculo    de 52 metros de diámetro, para contar el tiempo, con la sombra, minuto a minuto ,  dada la orientación de los monumentos, con el eje de simetría dirigido a la salida y puesta del sol y de la luna, de oriente a poniente,  como  minuto a minuto va creando con la sombra que proyecta un dibujo imaginario o tal vez  realizado sobre el suelo, del que se desprende en primer lugar, la rotación y traslación de la tierra y su lugar en un inmenso espacio sideral, la existencia de las estaciones y en la práctica, las fechas de siembra y cosecha. Es muy probable que en la ceremonia que conocemos como los voladores de Papantla , el alto palo en su centro  no es otra cosa que un inmenso  “reloj de sol”,  en el que día a día iban observando el paso del  tiempo mediante la variación de las sombras que proyecta el palo desde que la rotación de la tierra permite el paso de los primeros rayos en el amanecer hasta que se pierden por el poniente al llegar la noche, y en las noches de plenilunio , cada veintiocho días,  repetir la operación con los rayos lunares. De esa observación como señalamos, es muy probable que haya nacido su conocimiento de los movimientos de rotación y traslación de la tierra y el movimiento de la luna en torno a la tierra, que determina el plenilunio cada 28 días y la creación del calendario lunar y en parte la forma casi perfecta de medir el tiempo. Estos hallazgos, sobre todo el primero de los mencionados,  nos han hecho recapitular, además,  en el origen y usos de lo que sólo es hoy un atractivo circense-turístico conocido como los “Voladores de Papantla”,  ya que, el yacimiento arqueológico de “Peralta”  consta de un gran patio cuadrado de noventa por noventa metros  que en su lado oriente  remata en un círculo perfecto y en el centro de éste, el lugar para asentar el largo poste de veintiséis metros que se utiliza en ese espectáculo, que es para permitir a cuatro de  los danzantes que trepan al palo para las ceremonias, dar trece vueltas justas antes de tocar el suelo la invención y uso de los relojes de sol, existió también en el Viejo Mundo y, al parecer, el primer reloj de sol fue construido en el Siglo VII antes de cristo y se conoce como el  Cuadrante de Achaz. Plinio el Viejo (23-79 D.C.) relata que el emperador Augusto hizo construir aprovechando un obelisco egipcio, el llamado  Reloj Solar de Augusto,  que tal vez emplearon en forma similar al reloj de sol Mesoamericano.
     En la “Cañada de la Virgen”, (Abasolo, Estado de Guanajuato), sobre una meseta que se rellenó artificialmente con una inclinación de 18º obtuvieron que el paso del sol determinara fechas calendáricas que hicieron posible la siembra y la cosecha. En ambos sitios existen patios hundidos conformados por piedras basálticas que rellenos de agua, transformados en espejos constituían los verdaderos observatorios en los que los astrónomos mesoamericanos contemplaron durante siglos quizá el firmamento.
 El resto del monumento, ocupado por un gran patio cuadrado en los  tres lados, el que da al poniente y los que   dan al norte y al sur,  cuando el cielo está despejado, casi siempre en estas zonas, permite tener un reflejo  de la bóveda celeste, efecto espejo,  y estudiar a los astros, estrellas, planetas y cuanto cuerpo celeste  se refleje en ese espejo de agua.  En el lado poniente de este descomunal espejo observatorio, con toda calma, sentados o acostados en la “tribuna” los científicos podían pasar días enteros observado los movimientos celestes que los llevaron al desarrollo, aun no igualado del saber que en esas ramas, habían alcanzado.
 Empero, resulta evidente que lo que conocemos hoy como “Voladores de Papantla”,  era una ceremonia que se efectuaba  cada trece años, a partir el día del solsticio de verano, hoy día  24 de junio, en que cada 52 años celebraban el nuevo ciclo mesoamericano y deben haber celebrado la ceremonia de los   voladores, en la que  subían y siguen subiendo al alto madero cinco personas. Una de ellas, después de hacer invocaciones a los cuatro puntos cardinales, danza incansablemente en las alturas tocando una chirimía y las otras cuatro suben por cuatro cuerdas que enrollan en el palo y les permiten deslizarse hacia el suelo cabeza abajo,  atados de las reatas y dar exactamente trece vueltas  antes de llegar al suelo. Se dejan caer atados de los pies y bajan lentamente hasta estar cerca del suelo, se voltean en el momento preciso y lo tocan ya de pie, con toda serenidad.      Cuatro “voladores” que descienden de cabeza, pueden haber significado que al momento de iniciarse el nuevo ciclo de cada lapso de trece   años iba a transcurrir tal vez con sobresaltos, pero que al llegar a su clímax de cincuenta y dos años, el nuevo ciclo, el que se inicia, transcurrirá sin sobresaltos como lo ha sido la llegada de los trece al final de su peligroso descenso.
 En Mesoamérica, desde el inicio de la cuenta larga en agosto 13 de 3224 antes de Cristo, (Calendario Juliano), se tomó como base que la tierra es un planeta esférico  que gira alrededor del sol con una vuelta sobre su eje cada día, es decir, la teoría heliocéntrica, a diferencia de las que estuvieron en boga en los países occidentales y Asia.
 Existen en Mesoamérica testimonios plásticos que nos permiten saber de cierto que antes del siglo primero de la era cristiana sabían perfectamente que el año solar se compone de 365 días,  de  la existencia de cuatro estaciones perfectamente  ubicadas en el tiempo que determinaban los ciclos agrícolas de los que dependía su subsistencia.
 La Gran Pirámide de Kukulcán, en Chichén Itza, Yucatán, se asienta sobre un “Cenote” y una plataforma rectangular de 55.5 metros y una altura de 24 metros, con cuatro escalinatas, una por cara lado con 91 escalones y uno que lleva hasta la edificación que corona el monumento, es decir, en total tiene 365 escalones, uno por cada día del año mesoamericano.
 La Pirámide de Tajín, “Ciudad del Trueno”, (Estado de Veracruz), conformada en siete niveles con acceso por una escalera ubicada en el lado norte, contiene 365 nichos, (uno por cada día del año solar), y conserva vestigios de pintura roja por el exterior y negra dentro de los nichos.
En lo que conocemos como el Viejo Continente no fue sino hasta el Siglo XVI en que Nicolás Copérnico (1473-1543) señaló la  teoría heliocéntrica del sistema solar, sostenida después por Galileo Galilei en el año de 1610 en el que fue enjuiciado por su teoría y absuelto cuando reconoció que la tierra era plana y el sol giraba en su derredor. Cuentan las crónicas que después se ser absuelto, exclamo “ E pur si muove “, ( y sin embargo se mueve! ).  Joahnnes Kepler,(1571-1630)  en las “ Leyes sobre el movimiento de los planetas sobre su órbita  alrededor del Sol”,  contemplaba no solo la rotación de la tierra, sino también la traslación de la misma en su órbita al rededor del sol , teorías ya conocidas  desde hacía más de cuatro mil años en Mesoamérica, y aplicadas desde la fecha de la iniciación de su calendario en agosto 13 de 3224 antes de Cristo, (Calendario Juliano),  a sus prácticas agrícolas y la celebración de ceremonias cada 13 años de su sistema calendárico.
      En lenguaje coloquial podemos señalar que el “cero fue ideado por la civilización Mesoamericana revolucionando las matemáticas, ya que si bien es una representación de la nada, en la forma en que se empleó por la civilización Mesoamericana opera como un todo dependiendo del lugar en que sea colocado; si se coloca detrás de un 7 la cifra se convierte en 70 y así se ha entendido desde que su uso se generalizó a todos los ámbitos del mundo. Sin embargo, no se ha hecho una interpretación del caso en que el cero precede a alguna cifra, haciéndose común la estimación de que carece totalmente de valor, “…un cero a la izquierda…”
     En  la fecha que señala el inicio de la cuenta larga,  antes de la fecha 4 ahau,  se colocaron seis ceros, el primero a la izquierda y los siguientes con punto intermedio y bien puede interpretarse, dado el eminentemente imaginativo sentido de las lenguas mesoamericanas,  como un  lapso de  miles o de millones de años  anteriores a la fecha señalada,  como una confirmación de la creencia mesoamericana de la creación del universo en forma natural y la evolución de las especies como consecuencia de ella,  sostenida muchos años después por Charles Darwin,  en contraposición con las religiones monoteístas que la atribuyen  a una creación divina  por un dios todopoderoso, llámese  Dios Padre,  Jehová,  Alá , Buda,  Júpiter, o  Zeus Cronida.
     4 ahau, corresponde al calendario   Tzolkin o calendario sagrado, de los mayas, que tenía 360 días, divididos en dieciocho meses de dieciocho días,  imix (lagarto), ik (viento), akbal (noche, oscuridad), kan (maíz, lagartija), chicchán (serpiente celestial), cimí (muerte), manik (venado), lamat (conejo, venus), maluc (jade, lluvia), oc (perro, pie), chuen (artesano, mono), eb (rocío, diente), ben (caña de maíz), ix (jaguar), men (águila), cib (cera, tecolote), cabán (tierra, temblor), ez'nab (pedernal), cauac (tormenta) y, ahau (señor). La fecha mencionada corresponde a la cuarta de las trece veces que en el año se presentó el día Ahau.

El glifo que representa al cero , puño cerrado con los dedos con los que empezó el hombre a contar y una concha que representa la muerte. Se puede interpretar , dado el carácter eminentemente descriptivo y gráfico de la escritura mesoamericana, como un reconocimiento de que la muerte que cobija la mano es la nada; que la mano humana, con cinco dedos  de los cuales uno se opone a los otros cuatro permitiendo esa forma el desarrollo de  actividades vedadas a antropoides que carecen de esa característica,  y el desarrollo del hombre como ser especial creado por  la naturaleza poseedor de una mente en constante desarrollo que permite el conocimiento y dominio de la naturaleza; La invención de la agricultura para su sustento diario  y por último, la comprensión  de los ciclos naturales para siembra y cosecha.  Emana de esos conocimientos adquiridos en miles de años de observación constante el conocimiento de la astronomía, la ciencia matemática, la creación de un calendario no superado hasta estas fechas   y el progreso constante de la mente humana.
 Puede interpretarse además, como anuncio de un ciclo que ha concluido y otro que  se inicia,   Colocado el cero como se encuentra en los glifos con los que se estableció el inicio de la “cuenta larga”, antes de la fecha cierta hasta en seis ocasiones,  se comprendió con ello la existencia de la naturaleza desde su inicio hace miles o millones de años,  o mínimo desde que el hombre desarrolló la inteligencia, para proseguir con ella hasta que  encontró cómo medir el tiempo, descubrir que la tierra es una esfera que gira sobre su propio eje y a la vez, en derredor del sol, astro central de la galaxia en la que se encuentra colocado en el espacio infinito. Rotación y traslación del planeta en que habitamos.

Resumimos, y señalamos: la gran civilización mesoamericana con sensibles adelantos en todos los órdenes a los que habían llegado las demás civilizaciones de la tierra, conformó   un calendario, el mejor que existe hasta la fecha; una organización socio económica comunal basada en el “calpulli”,  un mito, la Serpiente Emplumada,  “Quetzalcoatl” y un rito el “Juego de Pelota que caracterizaba a todas y cada una de las etnias que habitaron desde la hoy República de Honduras hasta lo que es  el Estado de Chihuahua en la República Mexicana totalmente aniquiladas por la  codicia, la maldad y la fatalidad. Merecen un recuerdo de cómo se realizó su destrucción y una explicación del por qué dejó una trágica saga que aún padecemos los mexicanos.

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